Mortal Sin: la pasión por lograr el combate perfecto

Este indie es un roguelike brutal y estilizado, donde cada golpe cuenta y la acción se siente tan intensa como satisfactoria.
Hay juegos que buscan cautivar por su historia, otros por su mundo abierto o su apartado técnico. Mortal Sin no pretende eso, la creación de Nikola Todorovic se centra por completo en la acción pura, en el combate. Este roguelike en primera persona convierte cada golpe, cada esquive en una experiencia tan tensa como gratificante. Es un título que no quiere que tengas tregua, te exige reflejos, precisión y una cuota de sangre fría para sobrevivir entre pasillos oscuros y criaturas que parecen salidas de una pesadilla.
El combate cuerpo a cuerpo es el corazón del juego, y siendo en primera persona, logra muy bien algo que es más fácil reclamar que experimentar: el juego se siente muy físico. Los ataques tienen peso y cada impacto, con un buen sonido y animación, transmiten violencia y poder.
Lo que lo hace más diferente dentro del género es que se aleja de lo que podría ser un tradicional hack & slash, donde muchas veces las cosas se vuelven un sinfín de clics. En Mortal Sin hay que medir el ritmo, controlar la distancia y elegir el momento de atacar o bloquear. Si entrás en ese danza, la sensación es genial.
Los controles son precisos, que ayuda a la sensación de fluidez. Moverse, saltar, girar y atacar se sienten naturales. Si a ese le sumamos la sensación de evolución con cada muerte, todo empieza a encajar en su lugar.
Visualmente, Mortal Sin puede generar polémicas. Lo que es indiscutible es que tiene una identidad inconfundible. Su estilo mezcla el horror gótico con un tratamiento casi psicodélico del color: luces saturadas, sombras extremas y un contraste refuerza la tensión. Su estética es aprovechada a la perfección para construir una atmósfera opresiva y única.
Como buen roguelike, la muerte es una constante, pero también lo es la posibilidad de reinventarse. Cada partida ofrece nuevas combinaciones de armas, habilidades y rutas. Hay clases con estilos de combate muy distintos, desde guerreros pesados hasta magos ágiles, recompensando la experimentación. Las combinaciones de habilidades y clases da resultados bastante diferentes, invitando a descubrir nuevas combinaciones, que termina siendo una parte esencial del placer de jugarlo.
Para los que pudieron probarlo en su período de Early Access, sabrá que el juego tenía sus puntos flojos, pero ahora que contamos con la versión completa, podemos asegurar que todos los reclamos de la comunidad se trabajaron. Se amplió el contenido con jefes finales más elaborados, nuevas áreas y una progresión más clara. Todorovic trabajó de forma incansable en un refinamiento constante, ajustando el balance, mejorando los controles, haciendo retoques visuales y con una curva de dificultad mejor calibrada. Sigue siendo un juego exigente, pero ahora ofrece un punto de entrada más amable sin traicionar su esencia brutal.
El gran reto de Mortal Sin sigue siendo su dificultad. Es un título que castiga los errores con rapidez y no ofrece mucho margen para la improvisación. Los enemigos atacan en grupos, las trampas abundan y el entorno puede volverse tu peor enemigo si no mantenés la calma. Este diseño despiadado puede frustrar a quienes buscan progresar sin tanto ensayo y error, pero para los amantes del desafío, esa es precisamente la gracia.
Mortal Sin es un gran título indie. Se trata de un roguelike con una personalidad inconfundible, que no teme ser brutal ni estilizado, que combina la adrenalina del combate con un diseño visual hipnótico y una rejugabilidad altísima. Es el tipo de juego que, una vez que logra atraparte, no te suelta: cada derrota invita a otro intento, cada victoria se siente merecida. Sangriento, elegante y feroz, Mortal Sin es una recomendación fácil de hacer.